Dos de cada cinco trabajadores que cotizan a las administradoras de riesgos laborales (ARL) lo hacen por periodos inferiores a nueve meses en un año. Y esta falta de continuidad estaría poniendo en riesgo la posibilidad de que lleguen a pensionarse. Y los que aportan por menos de 30 días al año, el 6 por ciento del total, nunca cumplirán los requisitos para jubilarse.
Estas son dos de las principales conclusiones del estudio ‘Análisis del mercado laboral en Colombia: una nueva cara de la formalidad’, realizado por Fasecolda, el gremio de las aseguradoras.
La investigación partió de las cifras de las ARL, ya que una persona afiliada a riesgos profesionales tiene un contrato laboral formal y, por tanto, también debe aportar a pensión y salud. (Lea también:Las grandes empresas concentran las afiliaciones a riesgos laborales).
Sin embargo, el estudio constató que no cumplir con las semanas y capital requeridos para pensionarse no es algo ‘exclusivo’ de quienes se desempeñan en la informalidad, sino que también afecta a muchos de los que laboran con contrato.
Al analizar a la población que aportó a riesgos laborales en los años 2008 y 2013, se encontró que el 60 por ciento de las personas hacen cotizaciones por períodos superiores a 9 meses durante cada año. Esto quiere decir que el 40 por ciento restante lo hace por un tiempo inferior.
Esta no continuidad supone que muchos ‘formales’ no tienen contrato durante varios meses al año, con lo cual sus aportes a pensión no son todo lo regulares que deberían.
A partir de esta extrapolación, y “dada la densidad de cotización actual en el sistema”, es claro que “las personas que coticen por debajo de nueve meses ponen en riesgo la posibilidad de ahorrar y de tener las semanas suficientes para pensionarse, mientras aquellas que lo hacen por un mayor número de meses en el año aumentan su probabilidad de pensión o de su cobertura en el sistema de salud”.
Al mirar la proporción de personas con contratos laborales formales en el año por periodos inferiores a un mes (el 6 por ciento, un 1 por ciento menos que en el 2008), el documento abre el debate sobre si estas personas deben catalogarse como formales, ya que está claro que al final de su vida laboral no podrían acceder a los beneficios de una vejez segura.
Por ejemplo, si un hombre llega al mercado laboral a los 25 años, bajo la legislación actual su edad de pensión sería de 62 años y para ello tendría 37 años de vida laboral y necesitaría cotizar 1.300 semanas.
Si aporta únicamente un mes durante cada año (por ejemplo trabajando solo en la temporada de fin de año en el comercio), apenas lograría 148 semanas y tendría derecho a un monto muy bajo de devolución de los saldos ahorrados o de la indemnización sustitutiva, según el régimen.
El presidente del gremio, Jorge Humberto Botero, recalcó que, si bien la informalidad es una pesada carga para el desarrollo económico, pues obstaculiza las mejoras de la productividad, frena la innovación y desincentiva el emprendimiento, “poco se conoce de la formalidad”.